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martes, 28 de mayo de 2019

Escultor / Félix Burriel


Félix Burriel Marín, 1945. Monumento al AhorroBronce 
(grupo escultórico de grandes dimensiones 
en el edificio del Paseo de Sagasta, 2, Zaragoza).


Memoria de mis amigos Artista.

— Hoy recordaré al escultor Félix Burriel Marín.
(2 de mayo de 1888 – 10 de noviembre de 1976)

Don Félix, que era como yo le llamaba, fue el maestro de mi padre el escultor Francisco Rallo Lahoz (1924-2007). Siendo yo pequeño acompañaba a mi padre a visitarle a su estudio en la Plaza de San Lamberto, donde tenía una casa con local, que era su estudio, y otra planta donde vivía con su mujer, Ángela. Con el tiempo empecé a visitarle solo, siendo un jovenzano estudiante de la Escuela de Artes. Me gustaba mucho escuchar sus historias e historietas de su maravillosa París y de su estancia en Roma, cuando fue becado por la Diputación de Zaragoza en 1926.

Se formó en Madrid, con el gran escultor cordobés Mateo Inurria Lainosa (1867-1924) quien junto con Josep Clará (1878-1958); Victorio Macho (1887-1966) y Julio Antonio (1889-1919), serán los grandes trasformadores de la escultura clásica. Sus obras están llenas de belleza, erotismo y sabiduría.

Burriel era un gran profesional con mucho oficio. En su estancia en París acudirá a las academias de dibujo Grande Chaumiere Julien, donde realizará dibujos de desnudos del natural con poses de un minuto, elaborará sus obras y se ganará un sueldo trabajando para Paul Landowski (1875-1961) y Antoine Bourdelle (1861-1929), dos grandes escultores de proyección internacional. 

Don Félix trabajaba mucho y manejaba dinero en París y, además, también procedía de una familia de terratenientes. Me hablaba con gran nostalgia de su amigo, el pintor japonés Foujita, de los cabaret y cafés, de las fiestas y noches parisinas. Me enseñaba libros y revistas de sus admirados escultores Maillol y Mestrovic, los catálogos de Exposiciones Nacionales, me mostraba su correspondencia con escultores españoles, entre ellos Enric Monjo o Moisés de Huerta por citar algunos, pero también revistas vanguardistas de interiorismo y de arte moderno de las vanguardias históricas que las detestaba— y en plan picarón, revistas o los álbumes fotográficos eróticos o de estriptis. 

Yo me lo pasaba pipa con este maravillosos abuelete, que me tenía adoptado. Decir que su mal carácter le había alejado de cualquier tipo de amistad e incluso de su único hermano, que no se hablaba con él, y me consta que echaba de su estudio a más de un artista o persona que se acercara a verlo y no le cayera bien.

Volverá a Zaragoza con 40 años a finales de la década de los treinta, tras fallecer su padre. Siempre se lamentaba de haber tenido que regresar. Nos ha dejado esculturas muy hermosas en la ciudad, donde trabajó con los arquitectos Teodoro Ríos y con Regino Borobio. Su estudio era visitado con frecuencia por el pintor Marín Bagüés.

Cuando murió, acudieron muy pocas personas al funeral, estuve en su entierro con mi padre. Recuerdo que tuve que echar las manos para que no se cayera el ataúd al suelo, pues era complicado meterlo en el nicho, muy alto, y al no existir los elevadores actuales, casi se cae por su inclinación. 

La casa-estudio-vivienda del escultor estaba vendida y se iba a derribar en breve tiempo como así sucedió. Mi padre, al enterarse de que todo lo que estaba en el taller de su maestro desaparecería con el derribo, y atendiendo mis consejos, habló con una sobrina para que no se perdiera todo, quien entendió los argumentos, nombró albacea a mi padre de lo que quedaban en el taller y logró retrasan dos semana la entrada de la piqueta. En este estudio del escultor, se levantó un edificio de nueve plantas entre en la calle Telesforo Peromarta y la plaza de San Lamberto nº 11 de Zaragoza. 

Los herederos eran sobrinos de la mujer de Burriel. Las obras de materiales nobles como madera, alabastro o bronce, habían sido repartidas entre los herederos venidos desde diferentes puntos del país. Fue muy lamentable ver que su estupenda biblioteca se había vendido por papel. En poco tiempo logramos salvar todas las obras de escayola que pudimos: Maquetas que se donaron al Colegio de Arquitectos; bustos de decanos a la Facultad de Filosofía y Letras; preciosos desnudos a la Diputación de Zaragoza y al Museo de Zaragoza; el arte religioso al Cabildo Metropolitano de la ciudad y el resto de esculturas y unos grandes caballetes de suelo, que fueron a la escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, donde don Félix había sido profesor de dibujo y de modelado. Mi padre se llevó algunos alabastros italianos y maderas de ciprés y de ébano, ciertas herramienta de su maestro y alguna obra de escayola. Todo lo que no se pudo sacar o buscarle ubicación, lamentablemente fue a la escombrera. 

Esta etapa vivida la recuerdo con mucho dolor, aprendí una gran lección de vida y algo que tengo muy claro, salvo raras excepciones el peor enemigo del artistas es su propia familia y doy fe de ello, porque he visto de todo, sin ningún respeto por la obra y su autor. Félix Burriel fue Académico de número de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y había sido junto con José Bueno Gimeno los dos grandes escultores de la Zaragoza de la primera mitad del siglo XX. Sus obras las ha estudiado el Doctor José Ramón Morón Bueno.

Os dejo estas preciosas esculturas, de uno de los grandes escultores aragoneses de la primera mitad del siglo XX del que tuve el placer de contar con su amistad.

Zaragoza, 28 de mayo de 2019.




Félix Burriel Marín,  1927. Juventud sentada
Escayola patinada en tono bronce al óleo.
Museo de Zaragoza.



Félix Burriel Marín, 1931. Musa. Piedra 
(situada en un edificio del Paseo de la Independencia, 14, Zaragoza).



Félix Burriel Marín, 1935. 
Retrato de los hijos de los Señores García Tafalla
Talla en madera policromada dorada y estofada 
(situada en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Fuentes de Ebro).



Félix Burriel Marín, 1939. Cristo Rey
Madera con policromía dorada y estofada 
(situada en la Iglesia de Cristo Rey de Zaragoza).



Félix Burriel Marín, 1948. Tercera palabra
Madera con policromía dorada y estofada 
(Paso procesional de la cofradía de las siete palabras de Zaragoza).



Félix Burriel Marín, 1954. San Vicente de Paul
Piedra de Pitillas (situada en la fachada del Pilar de Zaragoza).



sábado, 11 de mayo de 2019

John Cage / Los Encuentros de 1972


Cartel de John Cage. Publicado en el libro 
editado por Alea Encuentros 1972 Pamplona


Memoria de mis amigos Artistas. John Cage.

— Hoy recordaré al gran compositor, instrumentista, filósofo y teórico musical John Cage.
(Los Ángeles, 5 de septiembre de 1912 - Nueva York, 12 de agosto de 1992)


Nuestro amigo el pintor Víctor Mira nos avisó, desde Madrid, de lo que se estaba preparando en Pamplona. Había que ir. Del grupo Forma pudimos asistir «los Pacos» (Simón y Rallo). «Los Encuentros de Pamplona. 26 junio - 3 julio, 1972». Allí nos encontramos con Víctor Mira y con José Manuel Broto en el Festival internacional de Arte Experimental, proyecto financiado por la familia Huarte y organizado por el compositor Luis de Pablo y el artista plástico José Luis Alexanco del grupo Alea de Madrid. 

Durante los días que permanecimos en Pamplona, nos empapamos de conciertos de música concreta, electroacústica, aleatoria, estocástica; de poesía visual, automática o fonética; de acciones, hapennings, y representaciones experimentales de cine, danza, arte conceptual, body-art land-art. Participamos en todo ello como jóvenes artistas y espectadores, viviendo con intensidad, aprendiendo y disfrutando de todo lo que nos rodeaba, a veces con desconfianza y psicosis porque los espacios donde se desarrollaban las actividades estaban fuertemente vigilados por la policía franquista, «los grises», que nos desalojaban por constantes amenazas de atentado, —durante la semana, hubo dos atentados con bomba cometidos por ETA, que trató de boicotear la celebración de las actividades programadas; también hubo diversos ataques a las cúpulas hinchables diseñadas por Prado Poole, espacio simbólico de información, debates y acciones artísticas—. 

El domingo, 2 de julio, asistimos bajo las estrellas al concierto del compositor John Cage, que interpretó su obra 62 Mesostics re Merce Cunningham, tocada con sintetizadores y con lectura recitada, creada aleatoriamente por ordenador. Su ayudante, David Tudor, interpretaba a la vez su obra electrónica Untitled, mezclándose el sonido de las dos composiciones. Delgado con pelo largo y barba cana, vestía camisa y pantalón vaquero, se paseaba por el escenario, recitando en los micrófonos los Mesostics. Declaró que era una herramienta para exponer la «prácticabilidad de la anarquía». El concierto duró más de dos horas, en un escenario espectacular en el patio de armas de La Ciudadela, con grandes torres de bafles de muchísimos vatios de potencia. 

Lo sorprendente fue ver en el escenario al desconocido americano que el día anterior se había acercado a hablar con nosotros. Nos comunicamos como pudimos con su escaso español —vivió en Mallorca— y Simón con algo de inglés. Nosotros no conocíamos al gran compositor, filósofo y artista Jonh Cage. El encuentro surgió por azar dentro de Los Encuentros y nos hizo evolucionar a planteamientos más transgresores y conceptuales. 

Entre otros artistas que participaron de distintas disciplinas citaré a los músicos: Steve Reich, Michael Nyman, Jean Luc Ferrari, Sylvano Bussoti o Mauricio Kagel; de los artistas plásticos: Carl André, Arakawa, Baldessari, Boltanski, Christo, Walter de María, Denis Oppenheim, Robert Morris o Bruce Naumann y a la bailarina Laura Dean. De los artistas españoles destaco la instalación del Equipo Crónica El espectador de espectadores; la instalación de esculturas hinchables y sonoras Soledad interrumpida de Alexanco y la instalación de Javier Morrás, de crítica sociopolítica, con grandes fotografías en blanco y negro con banderillas clavadas sobre los corredores de los Encierros de San Fermín

Me impresiona, al bucear en mi memoria y mirar el precioso libro que conservo de Alea Encuentros 1972 Pamplona, después de 46 años, repasar la lista de artistas de primer nivel que participaron y el haber sido partícipes presenciales «los Pacos» (Simón y Rallo), de una experiencia artística iniciática, única e irrepetible que cambiaría nuestras vidas y nuestra dedicación profesional al arte.

Os dejo estas fotos, de uno de los grandes artistas del siglo XX del que tuve el placer de conocer.

Zaragoza, 11 de mayo de 2019.


Publicado en 2019. Rallo, Paco: en el libro y catálogo de VV. AA. Paco SimónDe vuelta al futuro
Editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza. 176 pp.



Fotografía de John Cage. 
Compositor, instrumentista, filósofo y teórico musical