Buscar este blog

sábado, 29 de diciembre de 2018

40 Aniversario (1978-2018). AAPGA


Asociación Profesional de Artistas Plástico Goya-Aragón.
Fernando Navarro, Juan Carlos Laporta, Jesús Buisán, Juan Baldellou,
Miguel Sanza, Eduardo Salavera y Francisco Rallo Lahoz.



40 Aniversario (1978-2018).
Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón

Paco Rallo
Artista visual


La Asociación Profesional de Artistas Plásticos la conozco en profundidad por haber sido socio durante décadas y también porque asistí, hasta su legalización, a reuniones interminables y complicadas entre artistas diversos en edades, planteamientos sociales, políticos y culturales, junto con compromisos muy diferentes en lo personal y en lo profesional. Las reuniones se celebraron, en sus comienzos, en la planta baja de la galería Goya —gracias a la generosidad y complicidad de José Ángel de Andrés González y Alicia Anadón— situada en la Plaza del Pilar de Zaragoza, y posteriormente en una sala de reuniones del Casino Mercantil, siendo todo muy complejo y excesivamente lento para poder ir avanzando en el modelo de organización que se quería. Redactar los estatutos, uno a uno, fue un largo y duro camino, que costó más de año y medio de sesiones y acuerdos. Conviene recordar que no existía experiencia asociativa, ni un modelo general de estatutos, al haber sido el asociacionismo prohibido durante la dictadura. En los años del franquismo, los artistas profesionales estaban integrados dentro del sindicato vertical en ANSIBA (Agrupación Nacional Sindical de Bellas Artes), que era de obligada pertenencia para poder ejercer y facturar sus trabajos

El Gobierno Civil de Zaragoza aprobó la Asociación y sus estatutos provisionales el 10 de noviembre de 1978 con el nº 18-865. [917]. Por fin, se lograron presentar los reglamentos a la Asamblea General Constituyente, para su aprobación y votación, y constituir la primera junta democrática, presidida por el pintor Jesús Buisán Ibor. Fue todo un hito y sirvió de modelo para el resto de asociaciones de artistas que fueron surgiendo en otras comunidades autónomas. Actualmente, es la asociación de Artistas Plásticos de época democrática más antigua de España, siendo pionera en la defensa del artista y su papel en la sociedad. 

Ha contado la Asociación, desde sus comienzos hasta la actualidad, con ocho presidentes: Jesús Buisan, Francisco Rallo Lahoz (1924-2007), Fernando Cortés, Miguel Ángel Arrudi, Fausto Díaz, Ángela Ibañez, Arturo Gómez y Mariela García Vives. Estos artistas han llevado el peso de la Asociación, con sus luces y sombras, a lo largo de estas cuatro décadas. Dedicaron su tiempo al amplio colectivo de artistas plásticos con el apoyo de las diferentes juntas directivas, representando a todos los artistas y asociados, desde la generosidad, la constancia y con mucha paciencia. 

Sobre la Historia de la Asociación —que tiene y mucha— hay que recurrir a un estudio del doctor Manuel Pérez-Lizano, pendiente de publicación. Creo que es un libro fundamental dentro de la historia de los Movimientos Asociativos y Culturales de Aragón, en el que destaca la influencia que ha ejercido en otras asociaciones españolas de artistas y en la creación de los derechos de los artistas visuales. Solo recordaré que el 30 de noviembre de 1993, hace más de 25 años, el artista Luis Gordillo presentó en el Paraninfo de nuestra ciudad el «Manifiesto de Zaragoza», elaborado por Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos (VEGAP), con la asistencia y la firma entre otros de Miguel Ángel Arrudi (Presidente de la época de AAPGA), Ràfols Casamada, Alberto Corazón, Eduardo Chillida, Joan Fontcuberta, Juan Genovés, Luis Gordillo, Antonio López García, Javier Mariscal, Lucio Muñoz y Francisco Rallo Lahoz (Miembro fundador de VEGAP). Fue entregado al Ministerio de Cultura, en él, se reivindicaba para los artistas plásticos españoles, el cumplimiento de la Ley de Propiedad Intelectual Comunitaria, estableciendo una igualdad con músicos y escritoresEste hecho no fue casual, como he comentado, durante años la asociación, fue referente dentro de los artistas y otras asociaciones españolas.

Mi recuerdo en esta efeméride para todos los socios fallecidos. Entre ellos, los artistas con los estuve más cerca: Ángel Aransay, Francisco Benessat, Pascual Blanco, María Pilar Burjes, María Pilar Castellanos, José Luis Corral, Francisco Fernández Navarro, Pedro Flores, Antonio Fortún, Francisco García Torcal, Emilia Navarro, Iñaki Rodríguez, Miguel Ángel Ruiz Cortés, Eduardo Salavera, Julio Tapia del Castillo, Pedro Tramullas, Enrique Trullenque y mi padre, Francisco Rallo Lahoz. 

Considero todo un logro haber llegado al 40 aniversario asociativo con una gran responsabilidad, y los jóvenes artistas tendrán, que recoger el legado de los Presidentes. Porque, ahora más que nunca, la lucha por nuestros derechos y nuestra dignidad como artistas CONTINUA! 

Larga vida a la Asociación.



Los artistas: Francisco Rallo, Miguel Sanza, Fernando Navarro, Pilar Aguarón,
Eduardo Salavera, la viuda del pintor Francisco Besessat, Juan Carlos Laporta,
Iñaki Rodríguez, Fernando Cortés y el crítico de arte Manuel Pérez-Lizano, 
en la inauguración de la exposición Sin Acuerdo 
en la sala de la Asociación de Artistas Plásticos «Goya-Aragón», 
Zaragoza, 4 de marzo de 1999.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Dylan. Una elección audaz


Paco Rallo & Ángel DuertoBob Dylan, 2018. 
Collage y Fotografía.
Revista Crisis #13 junio 2018, pp. 29-30




Dylan. Una elección audaz 
Fernando Morlanes

Algunos hemos vivido con asombro el doloroso desgarro que, al parecer, produjo la decisión de la Academia sueca al conceder el Premio Nobel de Literatura del año 2016 a Bob Dylan. En España no fueron pocos los críticos, incluso autores renombrados, que pusieron el grito en el cielo: ¿Cómo podían ascender a la categoría de literatura unas letrillasde canciones folk, rock, ritmandblues o como quiera que pudiesen denominarse? 

Para mí, el problema no suele ser el nombre de las cosas, sino cómo son valoradas. Por ejemplo, igual que para Neruda existieron los “Poetas celestes”, pienso que también existen los “Críticos celestes”; gentes que colocan la palabra literatura en cimas casi inalcanzables. De hecho, totalmente inalcanzables para la mayoría de los mortales. Sin embargo, esa fijación en la luminosidad de los astros celestes parece que no les deja ver el objeto, la dirección concreta de la decisión de la Academia. Debieron leer con más detenimiento el discurso del profesor Horace Engdahl en la concesión del mencionado Premio, la justificación principal del mismo: «¿Qué causa los grandes cambios en el mundo de la literatura? A menudo es cuando alguien se apodera de una forma simple, pasada por alto, descontada como arte en el sentido superior, y la hace mutar». 

Entonces, hay que preguntarse ¿qué son esas formas simples? Son las raíces mismas de la literatura, las formas comunes para expresar cada clase de idea, de acto, de ocurrencia, de recuerdo... Ellos, tan intelectuales, debieran conocer la obra de Andre Jolles,Las formas simples. A esas formas las nombra Jolles como las que «se encuentran tan adheridas a la lengua, que parecen resistirse a la conciencia eterna de la lengua: a la escritura». 

Las formas simples nacen en momentos preliterarios guiadas por la necesidad de comunicarse, de contar sucesos, aventuras, anécdotas... cosas que tienen que ver con lo cotidiano, con lo real, con la necesidad de crear una cohesión social. Y para ello, se repiten fórmulas: hagiografías, mitos, leyendas, casos, sentencias, chistes, memorabile,märchen y perspectivas (según las clasica Jolles). Desde ahí, avanzando hacia las formas complejas del folclore oral: canción, cuento, romance, teatro... (formas que, en un principio, tenían más que ver con la facilidad que ofrecen para la reproducción de los mensajes que con la creatividad), se comienza a tejer esa complicada red que conforma el canon de la literatura moderna que, por lo visto, para un buen número de críticos y escritores (sobre todo los que pasan el día despotricando contra el canon) constituye la única literatura posible en este mundo occidental y civilizado. 

Para mostrar una visión actual, desde esa perspectiva, la Academia sueca tuvo que elegir a alguien (como en tantas otras ocasiones, cuando se elige a alguien quedan unos cuantos sin elegir), por eso, pienso que lo importante no es que el Nobel de Literatura fuese concedido a Dylan, sino que fuese concedido a esa nueva/ancestral forma de hacer literatura que puede encontrarse en gran cantidad de cantautores: Cohen, Brassens, Serrat, Aute, Sabina e incluso Labordeta. Y quiero pensar que, de algún modo, todos se sintieron premiados y que así lo quiso declarar Leonard Cohen cuando dijo algo así como que “El Premio Nobel a Dylan es como ponerle una medalla al Everest, a la montaña más alta”. Y tenemos intelectuales envidiosos de tanta altura, porque nadie como esos cantautores desde su música, sin llamarse poetas, han sabido difundir la poesía entre las masas en nuestra época; la época de las comunicaciones, de los grandes avances tecnológicos, en la que, sin embargo, todos esos grandes artistas literarios parecen regresar a la oralidad. 

En todo caso, podemos hacer un recorrido histórico por la poesía escrita para descubrir que ese lenguaje directo que encontramos en Dylan y en tantos otros, ya estaba en Cátulo, en Villón, incluso en Petrarca, en Berceo, en el Arcipreste de Hita y, si hablamos de Dylan y de nuestro tiempo ¿qué rasgos diferenciados podemos hallar entre la escritura de Dylan y la de Bukowski? 

Yo, personalmente, doy las gracias a la Academia sueca por su osadía al atreverse a otorgar ese premio.