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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Camposanto de La Cartuja Baja de Zaragoza



Camposanto de La Cartuja Baja de Zaragoza

Paco Rallo
Artista visual


Una de las visitas pendientes que tenía con mi ciudad, era la del cementerio de La Cartuja o cementerio viejo. Este fosar es el más antiguo de Zaragoza datando su actividad pública desde 1791. El día de Todos los Santos de 2017, cumplí mi deseo de conocer este espacio. Propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza, proporcionaba sepultura a los enfermos que morían sin recursos en el Real y General Hospital de Nuestra Señora de Gracia, y posteriormente, en 1814, se amplió con el mismo criterio a los vecinos del municipio. Es también camposanto de ilustres personajes y de las hermanas de la Caridad de Santa Ana, congregación religiosa ligada a dicho hospital y a la casa de Misericordia u hospicio de la ciudad.

Sorprende lo pequeña que es esta necrópolis y a la vez lo descuidada que se encuentra. No costaría tanto mantener este páramo de tierra en un estado óptimo hasta convertirlo en un jardín, el edén que se merecen sus moradores. También se echa en falta una señalización explicativa de su historia o que incluso destacara a sus moradores ilustres como Manuel Lasala, Lasierra Purroy, José Ardanuy, el alcalde Caballero Ibáñez, el doctor Félix Cerrada o Francisco Blesa.

Siempre he tenido un gran respeto por el Arte Funerario. Sé que detrás de muchos mausoleos con sus adornos, estatuas, frisos y laudas con epigrafías en alto o en bajo relieve, casi siempre hay un escultor anónimo, salvo excepciones vinculadas a encargos de mayor magnitud. Igualmente están presentes en las humildes lápidas, algunas realizadas por manos primorosas. Eran encargos que recibían los artistas por diferentes talleres de piedras y mármoles en cualquier ciudad. Actualmente ya no existe esta tradición, que ha sido sustituida por la manufactura industrial.

Este cementerio, posee algunas lápidas de estimable belleza en cerámica, en chapa esmaltada y las de labra de mármol con dorados de ley. Pero lo más interesante e importante es el panteón de los Gil Marcilla. En su puerta de entrada tiene unos magníficos altorrelieves tallados en piedra arenisca, salidos de las manos de un maestro escultor (desconozco la autoría). En su dintel la figura de Cristo yacente con un Ángel que le sujeta con la mano derecha la cabeza, mientras con la otra mano señala al cielo. En la jamba izquierda, una figura femenina o plañidera, a sus pies una calavera de perfil. En la jamba derecha, un Ángel mirando a la gemidora e indicándole con el dedo índice en sus labios el silencio, porque el hijo de Dios ha muerto, mientras la otra mano sujeta la corona de espinas símbolo de la pasión; a los pies de este ángel, una calavera frontal. Panteón digno de estar catalogado como BIC. Se debería acometer una restauración con urgencia, antes de que sea demasiado tarde.

2 comentarios:

  1. Interesate , descubrimiento , casi podriamos decir que es el espacio perdido

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  2. Carlos Bogdanich.
    Buen documento y magnífica oportunidad para que los responsables de su mantenimiento permitan su reparación y conservación, de la mano de los buenos escultores y artistas que hay en Zaragoza.

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