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miércoles, 7 de septiembre de 2022

Ortopedia La Francesa

Fotografía de Carlos Carreter


Ortopedia La Francesa

Regentada por un valenciano llamado Juan Furío, situada en el centro histórico de la ciudad, en la calle 4 de agosto, número 19, este pequeño establecimiento era uno de los pocos sitios de Zaragoza donde se podía ir a comprar preservativos o profilácticos con total libertad. La moral de la época no permitía que se vendieran con normalidad en ortopedias o farmacias. El régimen franquista fomentaba la familia numerosa con un montón de hijos, y arengaba a los matrimonios por medio de sus aparatos de propaganda con múltiples reportajes y documentales en el cinematográfico Nodo, por todo el país. Aún recuerdo su pequeño escaparate en la calle, con algunas muestras de productos expuestos en plan despiste polvo incluido— guantes, tijeras, vendas, esparadrapo… Pero el propietario sólo vendía en su ortopedia condones. Hombre de cara afilada, con bata azul y poco hablador, por ser bastante sordo, se establecía con él una comunicación más por señas que estrictamente verbal, las manos hablan y él las sabía interpretar a la perfección: mirabas en el pequeño mostrador las muestras y el precio, movías las manos y, de una manera casi ritual, cogía el papel que tenia cortado para envolver el producto comprado, lo recogía todo con una goma elástica, pagabas religiosamente y… a seguir ruta. Los envoltorios, de diferentes medidas, estaban apilados en resmas de pequeñas hojas cortadas, aprovechadas de periódicos atrasados. Un ejemplo de conciencia ecológica.

A pocos metros de la ortopedia la Francesa se encontraba el maravilloso café cantante El Plata, que era frecuentado por una gran diversidad de personalidades, un extraño conglomerado de jubilados, soldados, seminaristas, putas, chulos, carteristas, bujarrones, chachas, taurinos, futboleros, enfermeras, universitarios, agricultores, ganaderos, viajantes, artistas y también gente de orden… en definitiva, una maravilla de convivencia, un templo por todos respetado. Muchos de los que allí acudían, conocían perfectamente la ortopedia la Francesa y fueron sus mejores clientes, al poder suministrarse con facilidad allí de tan apreciado producto como era entonces un simple condón y publicitarlo de boca a oreja. El método fomentado en la época por el régimen, y bendecido por el papa romano, era el de Ogino-Knaus, también llamado de temperatura basal, que no funcionaba casi nunca y era seguido con verdadera disciplina, entre otros, por los devotos lectores del libro Camino.

 

Rallo, Paco: «Espacios y actitudes. Jóvenes en busca de la libertad. 1968-1975», 

en el libro Zaragoza Rebelde. Movimientos sociales y antagonismos, 1975-2000

Colectivo Zaragoza Rebelde, 2009, pp. 487- 490.

 


 

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