Edrix
Cruzado, Piernas Vibrantes, 2013. Proceso digital a partir
de una fotografía.
RALLO, Paco (ed.), Cierzo erótico
La Delicia del Pecado, Zaragoza, 2013
Manuel SÁNCHEZ OMS
Miembro de la AACA, AECA y AICA, vocal de la Junta
Directiva de la
AACA, miembro del comité de redacción de AacaDigital
Aún sin conformar demasiados grupos plásticos o literarios en los
últimos años, Zaragoza y Aragón en general son culturas de colaboraciones y
trabajos colectivos, lo que en ocasiones da lugar a los encuentros más
inquietantes. Estas iniciativas se abren incluso a participaciones exteriores,
por lo que ante la desolación cultural institucional que vivimos actualmente,
podemos afirmar que estos proyectos impulsados por las irreductibles ilusiones
de los más inquietos, constituyen importantes aperturas al exterior, las cuales
incluso se antojan eventualmente decisivas.
En esta ocasión, el editor de este amplio compendio de “micro-relatos”,
Paco Rallo, gracias a su enorme esfuerzo para seleccionar, contactar, aglutinar
y coordinar a una amplia nómina de creadores gráficos, plásticos y escritores,
ha optado por un tema que, aun sin que sepamos si ha sido volitivamente, hace
honor a estos encuentros, algunos de ellos maravillosos. Si algún aporte del
erotismo pudo llamar la atención del surrealismo, es el encuentro fortuito que
lo encarna y lo define, al margen de las sinuosidades líricas de los contenidos
y de las mimesis burguesas que desde el sentimentalismo mediocre, –esto
es, subjetivo–, contaminan su objetividad o misterio. El principio exogámico
del sexo y de la fenomenología de la que forma parte (y no me refiero a las
empobrecedoras interpretaciones psicológicas y psicoanalíticas), lo erige como
una fuerza motor que empuja la materia y sus formas hacia su propia ausencia.
Por eso el erotismo habita en todo y no sólo en el acto reproductivo. Los niños
desde su inocencia lo saben muy bien hasta que la pubertad les invade y pierden
la inmensidad del ego. Es el mecanismo primero del conocimiento humano, tal y
como defendieron con ímpetu Georges Bataille y los grupos Documents y Acephale
que él lideró. Sólo a partir de este maravilloso viaje impulsado
por la obsesión que despierta el particular objeto de deseo de cada uno,
obsesión que en el fondo se basa en la necesidad de retención del instante de
una chispa maravillosa, podemos iniciar los descensos a lo más profundo de
nuestros egos, ya sean viscerales o psíquicos porque, ante la actual hambruna
de materia, sus fronteras se han disuelto en no sabemos qué. ¿Acaso no es el
sistema solar y toda su trayectoria una simple explosión que resume la historia
geológica y paleontológica de nuestro planeta para abandonarla y ridiculizarla
así en la inmensidad del instante? ¿No fue uno de los sodomitas de las 120
jornadas de D.A.F. Sade quien afirmó de sus perversiones no ser más que
entretenimientos insulsos frente a su gran deseo por agarrar el sol y quemar
con él la tierra entera? ¿Ha estudiado alguien el tiempo surrealista? La
hermosa infografía de Edrix cruzado que abre este compendio de micro-relatos,
muestra la vibración de ese instante detenido en la obsesión (el reflejo del espejo
de Jacques Rigaut), en la repetición de una pierna y una bota sin que el blanco
y negro de la imagen nos permita distinguir la carne del cuero, la parte viva
de la muerta, tal y como ocurre en la inmortalidad del instante y como definió
iconográficamente la pornografía Juan Eduardo Cirlot frente al color del
erotismo en el Objeto a la luz del surrealismo, como dos ámbitos
dialécticamente contrarios (es decir, fecundos): el tiempo pensado conformado
por una yuxtaposición de instantes, y el tiempo continuo objetivo y por tanto
desconocido.
En
Rocío erótico –fecundo y frío a un mismo tiempo–, las imágenes se
encuentran con los textos sin que exista conexión lógica alguna. Se trata del rendez-vous
de dos personas predispuestas sólo por sus voluntades participativas, sin que
ninguno de los dos haya conocido de antemano la producción de su compañero de
página, como bien matiza el propio editor en la presentación del libro. Se
trata de un nuevo triunfo de la yuxtaposición sobre la superposición en aras de
otorgar la máxima libertad a las facultades asociativas del lector. Sin
embargo, esta condición de esta nueva lógica desencadenada por el conocimiento
erótico y que establece sus dos dimensiones primeras y espaciales, no es la
única. El instante se basa en una constante y cuantitativa reducción del motivo
hasta confeccionar la unidad cognoscible de la conciencia, el medio por el que
puede asumir todo lo que le rodea en el interior mismo de la estructura
del yo (lo que vulgarmente ha denominado el psicoanálisis subconsciencia),
porque mediante el deseo hacia los motivos exteriores obtenemos un negativo de
ese interior desconocido. Esta reducción constante es la profundidad cognitiva
propia del erotismo (la continuidad) hasta alcanzar la pornografía (la
yuxtaposición de los instantes), es la puesta al desnudo que activa el Gran
Vidrio de Duchamp y que obliga a filtrar constantemente los accidentes de los
relatos hasta depurar una unidad literaria mínima, –el
“micro-relato”–,que, tal y como ocurre con los proverbios de Paul Éluard o con
los “euphorismes” de Julien Torma, redescubre a cada instante la literatura (en
la plástica el cuadrado de Malevich, el punto de Kandinsky, el azar dadaísta,
etc.) y reinventa a cada momento el objeto de una única obsesión, la misma que,
de manera colectiva, se presenta en múltiples versiones en esta
recopilación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario