PASE(E)N
Esther Moreno
Helena Santolaya intercambia los
espacios expositivo y doméstico -público y privado- trasladando el pasillo de
su casa a la sala Juana Francés (construyendo dicho pasillo dentro de la sala y
amueblándolo con los objetos que este pasillo alberga) y convirtiendo el
pasillo de su casa en una sala de exposiciones en la que exponen veintisiete
artistas, que se visita en paralelo a la sala Juana Francés. De manera que la
exposición consta en realidad de dos espacios: la sala y el domicilio de la
artista, y nos propone dudar acerca de cuál es el mundo del arte y cuál el
cotidiano, ¿son distintos, están separados o se mezclan? ¿Cuál es la relación
entre lo público y lo privado en la trayectoria de esta artista?
Como Louise Bourgeois en sus Celdas,
Santolaya establece un juego entre el espacio doméstico y el espacio simbólico,
y explora mediante la arquitectura su memoria y sus emociones, trayendo no solo
elementos de su casa sino la propia arquitectura de esta casa -el pasillo- al
espacio expositivo. A diferencia de Bourgeois, para quien el arte es una
reelaboración de su miedo y angustia infantiles al abandono como modo de
exorcizar el dolor, nos encontramos aquí con una práctica artística de la
celebración colectiva y con un ejercicio de memoria en torno a la gura de la
madre basado en el reconocimiento y en el recuerdo de la capacidad de aquella
para ser feliz.
El pasillo de la casa de Helena
Santolaya no es cualquier pasillo. Un pasillo es un espacio de comunicación
entre estancias, pero en este caso es además un lugar de encuentro en las estas
que la artista da en su casa, y, en sus palabras, un auténtico palimpsesto de
las distintas estas que por él han pasado.
La fiesta tiene que ver con uno de los
oficios de Santolaya, quien ha regentado varios de los bares de copas más
especiales de la noche zaragozana, y con otro de sus oficios: conocer y poner
en relación, con finura, a las personas. No es casual que en este pasillo confluyan
el gusto por la interrelación personal con el reconocimiento del legado de la
madre, y el corazón mismo de la instalación esconde un secreto homenaje a ella.
En el pasillo de Helena Santolaya hay
muchísimos objetos: vestidos, maletas, libros, una inmensa colección de
pendientes salidos de sus manos en los que cualquier objeto cotidiano es
miniaturizado y convertido en adorno... Nos deslizamos al terreno corporal, a
la relación de la casa con el cuerpo y del cuerpo con el adorno. La forma en la
que nos adornamos, o no, dice mucho de la relación que tenemos con el mundo. Si
el juego de pendientes que te pones hoy es un lápiz y un cuadernito tal vez
estás simbolizando tu amor por la escritura en un adorno, mostrando un concepto
diferente de pendientes, poniendo en relación el adorno con los objetos
cotidianos... La forma en la que adornas tu cuerpo o arreglas tu casa puede
tener que ver también con lo que has aprendido de tu madre.
La casa es el cuerpo y un cordón
umbilical-cadena humana ha transportado el contenido del pasillo a la sala
Juana Francés en una acción callejera que aporta un vibrante latido al sentido
del proyecto. Santolaya ha convocado a sus amistades para esta especial
mudanza, y unas doscientas cincuenta personas de todas las edades y diversas
procedencias se han pasado de mano en mano todos esos objetos (vivencias,
temporalidades...) desde el domicilio de la artista hasta la Casa de la Mujer,
produciendo, además de un común colaborativo y alegre, una imagen de
continuidad entre cuerpos, objetos y memoria, una noción de intercorporalidad,
sumamente interesante.
Mientras que la sala Juana Francés se
impregna del mundo emocional del pasillo de la casa de Santolaya, su vivienda
-su pasillo- se convierte en el espacio público: la artista ha invitado a un
conjunto de veintisiete artistas que ya expusieron en el “Escaparate” de La
Caja de los Hilos -su último bar- a que, con la ventana como tema de reflexión
común, realicen una intervención en el citado pasillo, que se configura, una
vez más, como espacio de diálogo, artístico y vital. Las fronteras entre arte y
vida cotidiana se confunden, disuelven y difuminan.
PASE(E)N.
Helena Santolaya
Exposición en el domicilio de la
artista
Manuel Asín, Gonzalo Cao, Isabel
Cebolla, Édrix Cruzado, Mariángeles Cuartero, Nicolae Didita, Ignacio Fortún,
Frisk, Paco García Barcos, Ginevra Godin, Yago de Mateo, Miguel Ángel Gil
Andaluz, Luis Marco, David Martínez Sánchez, Esther Mateo, Marian Mójica,
Piluca Molero, Palmira Morán, Beatriz Navarro, Raúl Navarro, Inma Parra, pierre
d. la, Marisa Pons, Paco Rallo, José Vicente Royo Díez, susana vacas, Victoria
Viñau.
Del 17 de mayo al 30 de junio de 2017
Casa de la Mujer
Don Juan de Aragón, 2. Zaragoza.
De
lunes a viernes de 12 a 14 y de 18 a 21
Domicilio de la artista
San Vicente de Paúl, 10, 1º dcha. Zaragoza.
De
lunes a viernes
de 18 a 21
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