Miguel Mainar, Mitologías contemporáneas, (libro 1, serie 2), nº 13. 2014.
Foto montaje digital.
De lo emocional a
lo sensitivo en la obra de Miguel Mainar.
Paco Rallo
Artista visual
La finalidad del arte es dar cuerpo a
la esencia secreta de las cosas,
no el copiar su apariencia.
Aristóteles
Miguel Mainar, Zaragoza 1949. Artista visual formado en la Escuela de Arte de
Zaragoza (1963-1969) y en la Escuela Superior de Bellas Artes de París
(1974-1979). En la capital del Sena entra en contacto con los movimientos
artísticos de vanguardia, a la vez que estudia en los grandes museos a los
artistas clásicos. En 1981, decide emprender viaje a Argelia, donde permanecerá
durante siete años ejerciendo de profesor de dibujo y pintura. Regresa a España
en 1987, estableciendo su vivienda y estudio en la aldea medieval de piedra de
Ipiés, en el prepirineo de Huesca a las puertas del valle de Tena.
La obra de Mainar está relacionada
con su propia experiencia vital: desde su mirada en los grandes maestros que ha
estudiado, hasta sus vivencias con la naturaleza; desde las luces cálidas del
desierto y sus oasis, a la grandiosidad de las montañas y sus nieves; sin
olvidar sus viajes por diferentes lugares del mundo, de Bolivia a la India… Una
faceta más íntima de Miguel Mainar hay que buscarla en la cocina, manejando los
sabores y las texturas de los alimentos y sus especias igual de bien que la
alquimia de sus obras de arte, una delicia para los sentidos que hace que, junto
con su compañera Montse, la conversación fluya con naturalidad en torno a una
mesa en la que el tiempo parece detenerse.
Como pintor destaca su preferencia por
la utilización del papel, en sus diferentes variedades y tamaños, también por
la utilización de grandes y vetustas sábanas de algodón o lino. Sobre estas
superficies va posando los pigmentos, aplicando texturas y conformando los fruncidos
del soporte. Su personal trabajo abarca un cromatismo sobrio y refinado, desde los
blancos puros a los azuletes luminosos, pasando por óxidos minerales, dorados,
plateados, cobres, o las tierras naturales de ocres, sienas, verdes, grises y
negros…, aplicando también toques cálidos de gamas intermedias, en pequeñas formas
que surgen en el proceso de creación. Incluso su trabajo se enriquece con la incorporación de arenas, grafitos, ceras, aceites o colas acrílicas,
siendo un gran técnico en sus realizaciones.
La obra pictórica de Mainar, es y está en la más pura tradición
internacional de la pintura abstracta rozando el minimalismo, pero siendo tan
enigmática como sugerente, sensual, serena, espacial, epidérmica y espiritual.
Pero sobre todo, sus obras gozan de gran belleza. Sin concesiones formales, y
cuando surgen son meras referencias, simbólicas, geométricas o místicas. Sus cuadros
invitan a la meditación y a penetrar dentro de ellos a través de las texturas, fisuras
o azares de la propia obra. Es como entrar en un estado de concentración mental,
igual que el magnetismo y la fascinación que producen ciertos tejidos de la
antigüedad. Todo ello fusionado por las diferentes corrientes filosóficas y espirituales,
donde él busca su perfección personal, que trasmite a sus obras.
Otra parte
importante de su producción artística desde 2003 es el videoarte. Ha realizando
infinidad de vídeos experimentales, tomando referencias iconográficas de los
pintores clásicos, de la hagiografía de los santos y de los deseos carnales
tanto mitológicos como humanos. En sus videocreaciones están presentes la vida,
la muerte, el sexo, el dolor, la danza, los signos numéricos y alfabéticos, o
cualquier elemento captado que le interese de otras películas o de sus propias filmaciones,
que Mainar elabora y trata con maestría, haciendo un ejercicio de libertad de
gran densidad barroca, al concebir los fotograma como collages visuales. Obtiene resultandos inquietantes, obsesivos e incluso
repetitivos en algunos de ellos, sonorizados con música que también manipula,
transforma y crea, generando con ello también collages sonoros, todo ello montado digitalmente por el propio
artista y proyectado sobre soportes diversos.
Un buen ejemplo
de su arte es el del fotomontaje digital, que se reproduce en la cubierta y en
estas páginas, donde se seleccionan una serie de obras que están sacadas de tres de sus muchos
y cuidados libros de artista: La Tierra
de 2013, Mitologías Contemporáneas de
2014-2015 y El Hombre Desnudo, creado
en 2011 y publicado en impresión digital en 2015. Este último está formado por
un corpus de 50 obras diferentes, numeradas y firmadas cada una de ellas,
alojadas en un estuche diseñado para la edición múltiple, de tirada limitada a 20
ejemplares.
Revista Rolde de Cultura Aragonesa, nº 160-161 enero-junio 2017
Fuerza "salvaje" de una realidad intemporal.
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