Poemas: Francisco Julio Donoso
11 Ilustraciones: Paco Rallo,
Cartonerita Niñabonita, Remolinos, Zaragoza, 2011
Manuel Sánchez Oms
Además de por la singularidad de su difusión, ésta es una de las publicaciones más reseñables de este verano. Se trata de un nuevo poemario de Donoso, joven representante de la poesía actual zaragozana, caracterizado por la búsqueda de fuentes poéticas en los rincones más insospechados de una nueva popularidad. Me explico de otra manera: para entender el atractivo de esta presentación, a la intensidad con la que Donoso reclama sus versos, debemos añadir la especial dinámica de esta colección de libros que, con esta publicación, suma ya 25 ediciones.
No goza del respaldo del Depósito Legal; pero, por el contrario, sí cuenta con una serie de portadas singularizadas para cada uno de los ejemplares, los cuales tan sólo comparten un adhesivo con los datos más inmediatos: título, autor, ilustraciones, editorial. Este talante especial se desprende del nombre de este último dato, “Cartonerita niñabonita” que, en busca de nuevos cauces populares más económicos, ha basado su presencia física en el reciclaje, dado que para su difusión virtual hubiera bastado Internet, tal y como esta red acabará exigiendo al resto de las publicaciones, oficiales, legales o no. Sólo nos queda cuestionarnos si este apego al soporte de cartón responde a ciertas inclinaciones estéticas cercanas al arte povera (mi ejemplar luce un código de barras que no le atañe). Lo que sí es cierto es que esta iniciativa en verdad surgió en 2003 en un país con tanta tradición editorial y bibliófila como Argentina, donde ya entonces degustaron el sabor de la crisis, por lo que, al menos en estas dos cuestiones (y convencido por mi parte de que en mucho más), los argentinos nos llevan una ventaja significativa. Seguro que ante la segunda de ellas, la de la “Crisis”, los argentinos ya se han curado de espanto y han descubierto cuánto de simulacro plutocrático subyace tras ella: Sólo la superaremos cuando dejemos de obedecerla.
Sin ánimos de publicitar lo más mínimo (y me refiero de nuevo a la “Crisis”), debo decir que esta supuesta precariedad editorial no es óbice para que cuente con colaboradores de la talla del artista plástico Paco Rallo, ilustrador de los poemas de Donoso en una suerte de acompañamiento basado más en la yuxtaposición que en la ilustración representativa, narrativa, explicativa… y mucho menos traductora de un registro a otro. En vez de todo esto, Paco ha intentando trabajar con el proceso creativo. De la misma manera que Donoso explora estímulos poéticos en el mundo cotidiano que nos rodea, ahí donde la articulación de los vocablos crea el escandaloso graznido poético, Paco otea y excava dentro de sí mismo para sacar a la luz la mejor ilustración: tras leer rápidamente los versos de la página derecha, dibuja para la de la izquierda (o al revés) la primera imagen que asoma en sus propios entresijos. Bien es cierto que Paco, diseñador gráfico profesional, conoce a la perfección las interacciones existentes entre las letras y las imágenes, y no sólo, como ocurre en la mayoría de las interpretaciones, los mensajes contenidos en las imágenes, también las cualidades objetuales de las letras materializadas en unas tipografías y, en última instancia, en unos caracteres concretos. Sin embargo, en esta ocasión ha preferido dejar que las imágenes se creen por su propio peso, aquél de la tinta que las instaura en forma de monotipos capaces de adherirse sobre cualquier soporte, tal y como Donoso concibe los poemas para ser declamados en voz alta y, a poder ser, en público. Ya sea por la voz o por la impregnación de un rotulador, no hay poesía sin materia.
En fin, estamos sin duda ante una de esas publicaciones que en un futuro serán solicitadas y, posiblemente, reproducidas en facsímil, según la naturaleza paradójica y fetichista del hombre actual.
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